Por: Erasmo Zuleta Bechara
“Los niños de próximas generaciones irán a ver la pobreza en los museos”, decía el economista Mohamed Yunus, premio Nobel de paz del 2006. Y deseamos que esto sea así porque es una realidad que las condiciones económicas de las familias muchas veces determinan su actuar en la sociedad. Está comprobado estadísticamente que en los entornos con pocas oportunidades se presentan mayores probabilidades de tener problemas de salud, drogadicción, desempleo, embarazo adolescente, pocos logros académicos, entre otros flagelos.
Esta realidad ha sido identificada desde hace décadas y allí se han concentrado las políticas públicas alrededor del mundo: políticas que disminuyan la pobreza. Según estadísticas del Banco Mundial, entre 1981 y 2022, el porcentaje de la población pobre ha disminuido de un 43.7% a un 8.9%, considerando como pobres a aquellas personas que adquieren máximo US$ 2.15 por día a precios de 2017.
Históricamente, el comportamiento de la pobreza en el caso colombiano también ha sido exitoso. Mientras a nivel nacional la incidencia de la pobreza monetaria en 2002 fue de 49.7%, para el año 2023 esta fue de un 33%. Para el 2023, se consideraban como pobres aquellas personas cuyos ingresos eran inferiores a COP$ 435.375 mensuales por persona.
En la conocida “Perla del Sinú”, la ciudad de Montería del departamento de Córdoba, el comportamiento de la pobreza también ha sido decreciente. Mientras en 2002 la incidencia de la pobreza era de un 47.9%, para el 2023 esta se ubicó en un 34.3%.
La mayor parte del crédito para la reducción de estas cifras de pobreza a nivel global y local, como lo identificó la revista The Economist hace unos años en un artículo titulado “Hacia el final de la Pobreza”, se debe a dos factores principales: al florecimiento del capitalismo y el libre comercio. Aunque estos dos componentes hoy en día son objeto de grandes discusiones acerca de su gradualidad y razones de seguridad nacional que han hecho que el proceso de globalización se ralentice, lo cierto es que estas causas de la disminución de la pobreza subsisten y deben ser fortalecidas con las debidas precauciones al momento de su implementación para no perjudicar en el corto plazo a determinadas poblaciones.
A pesar de que son loables los resultados obtenidos por el país y sus territorios en términos de pobreza, se estima que casi 17 millones de personas aún sufren de este flagelo en Colombia. Es por ello que las condiciones habilitantes para el funcionamiento del capitalismo, nosotros como gobernantes, las debemos seguir impulsando. Estos elementos van desde la protección de los derechos de propiedad, acceso a servicios públicos de calidad, salud y educación, hasta el impulso y protección de los procesos democráticos de elección de gobernantes.
A pesar del sentimiento de desasosiego, desesperanza y caos que pueden generar algunas noticias como el intento de asesinato a uno de los principales candidatos a la presidencia de la primera economía mundial, al candidato Donald Trump, o el doble feminicidio que aconteció esta semana en el departamento de Córdoba, mi invitación a los colombianos y cordobeses1981 en especial, es que levantemos la mirada y hagamos un balance histórico de nuestras condiciones de vida como ciudadanos, y nos daremos cuenta de que éstas han mejorado.
No perdamos ni la esperanza ni el rumbo. Un mejor futuro para el departamento de Córdoba y Colombia es posible, y entre todos lo podemos construir. Así, será una realidad la afirmación de Mohamed Yunus y ojalá la pobreza solo sea vista en los museos.